Socios, amigos y colaboradores de Aves Argentinas/AOP:
Estamos dejando atrás un año absolutamente singular, en el que los habitantes humanos de la Tierra, como en una película de ficción, hemos sido atacados por un enemigo invisible, sagaz y peligroso. Es cierto, las defensas han sido accionadas de inmediato, aún lo estamos enfrentando, pero las bajas son enormes y, a diferencia de otras guerras, no vislumbramos su fin. Al parecer, en los países más avanzados del mundo se están desarrollando apresuradamente nuevas armas de combate, pues las que poseíamos parecen obsoletas. Nunca, que se recuerde, la humanidad, compuesta por seres que se sienten superiores quedó así, a merced de enemigos tan misérrimos. Cuando aún no hemos comenzado el contraataque definitivo que, esperamos, ponga en fuga a ese virus, conviene que juntos reflexionemos sin prejuicios, sin temor, sobre el hombre y su extraña relación con la naturaleza.
Contemplemos horrorizados la sobreexplotación que sometemos a ésta, para lograr míseros dividendos económicos, sintiéndonos reyes de la creación, con derecho a modificar cursos de ríos, a desertizar bosques, a explotar en conjunto fauna, flora y gea, como si fueran abjetos descartables solo para uso humano. Pero un modestísimo coronavirus, como mensajero de las fuerzas naturales, nos avisa que estas no están vencidas, solo esperan pacientemente que el más inteligente de los primates recapacite.
Quizá la dirigencia mundial entienda al fin que se requieren acuerdos para que la ambición descontrolada no actúe también contra nuestra misma especie. Tal vez surjan voces esclarecedoras, quizá haya luces al final del túnel pero que este no conduzca al desastre. Porque tengo esperanzas, es que me dirijo a mis amigos de Aves Argentinas; porque creo que aún estamos a tiempo de revertir la historia es que apelo a ustedes, en cuyas manos arde la antorcha de la defensa de la vida.
La historia humana puso en vuestra decisión y enjundia, en vuestra capacidad para soportar frustraciones, en vuestra parte solidaria, nada menos que su destino. Es probable que aquel que observa con arrobo un pájaro o fotografía una especie interesante no sepa que ese goce, que esa breve aventura, lo convertirá, dentro de muy poco, en adalid de un mundo mejor, donde la naturaleza sea respetada.
Aves Argentinas es uno de los núcleos a partir de los cuales renacerá la vida. Agrúpense en derredor de quienes dirigen sabiamente la entidad. Podemos disentir en detalles, es también humano, pero es más urgente apoyarnos entre nosotros, que tantos no somos. Quizá no haya demasiado tiempo después y la ciega ambición termine ganándonos la partida.
Que 2021 sea el año del reverdecimiento de la lucha conservacionista, que entre todos logremos duplicar la masa societaria, que Aves Argentinas, institución de bien público de la que me honro en ser su Presidente Honorario, alcance largamente sus objetivos, no para lucimiento de dirigentes o funcionarios, sino para gloria de la Humanidad. No es pequeño el deseo pero podemos cumplirlo entre todos.
Tito Narosky