Ecoturismo, ¿el próximo boom?

Estamos aturdidos de mensajes que alertan sobre las consecuencias de extensos períodos de confinamiento, en particular, para aquellos que desafortunadamente transcurren sus días de cuarentena en espacios pequeños, sin suficiente luz y acceso al aire libre.

Esto ocurre no solo en nuestro país, se repite en todas las pequeñas y grandes urbes, donde está actualmente concentrada más de la mitad de la población mundial. El caso argentino es notabilísimo, siendo uno de los países más urbanizados del planeta, con un impactante 92% de población viviendo en ciudades. La cotidianeidad habitual del espacio urbano y su rutina, sumada a la más reciente, y todavía vigente, realidad del encierro, llevan a suponer que desde el día uno de flexibilización del estado de confinamiento, y entendiendo que aún será necesario mantener un distanciamiento social lógico y responsable, una buena parte de esa población ansiosa de libertad, correrá en búsqueda de espacios verdes y áreas silvestres, con renovada vocación viajera.

Hoy percibimos que la naturaleza es el lugar más seguro en donde podemos estar, lejos de la aglomeración urbana y de los factores de riesgo que ocasionaron este proceso de “hibernación” de la humanidad. Es esperable que muchas personas busquen con frenesí disfrutar de la naturaleza.

Algunos lo harán localmente, en sus regiones o países de residencia, y otros se inclinarán nuevamente a viajar por el mundo, tal como lo indican algunos datos estadísticos de la venta de pasajes de las últimas semanas. Por supuesto, una vacuna o tratamiento efectivo del Covid-19 tendrá un efecto doblemente alentador para los viajeros.

En este contexto, es esperable que a medida que la calma y confianza crezcan, el turismo vuelva a ser la gran industria forjadora de esperanzas, en un marco particularmente debilitado de la economía mundial.

Ya desde antes de la pandemia como realidad, distintos estudios, entre ellos algunos emitidos por organismos como la OMS, las universidades de Oxford, Queensland o los servicios de salud de gobiernos como el escocés, vinculaban directamente el contacto de las personas con la naturaleza con innumerables beneficios, tales como impactos positivos sobre la salud mental, física y el bienestar emocional.

En tal sentido, se comprende que los médicos de países como Australia o Nueva Zelanda se muestren dispuestos a incorporar “recetas verdes” a sus prescripciones habituales. La mejora de los patrones de sueño, la reducción del estrés, la oportunidad de establecer conexiones intergeneracionales valiosas, comunidades más inclusivas y cohesionadas, conductas saludables en niños y jóvenes, son tan solo algunas de las bondades de la inmersión frecuente en un ambiente natural. Sin dudas, la reconexión de las personas con la naturaleza tendrá un lugar especialísimo en la agenda futura de muchas de ellas.

Debemos ser conscientes, una vez más, de que Argentina tiene todos los ingredientes y recursos para ser un verdadero destino ecoturístico. La magnífica dotación de recursos naturales y paisajísticos de nuestro territorio constituye atractivos de primer nivel, tanto para el mercado interno como para los viajeros internacionales.

La riqueza de nuestros ambientes naturales permite que Argentina esté en condiciones de ser líder en la región, tanto en protección y conservación como en oferta de turismo de naturaleza, en el regreso de la actividad y de los viajeros.

Los parques nacionales, las reservas provinciales, las urbanas y las de gestión privada con infraestructura para recibir turismo serán visitados. Las áreas naturales de todo el planeta serán valoradas en tanto espacios inmensos y diversos que invitan a experiencias saludables, al disfrute y al aprendizaje.

El turismo se va a reactivar. Los viajeros van a volver.

Debemos estar preparados.

Hernán Casañas es Director de Aves Argentinas.

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